viernes, 21 de febrero de 2014

ORACIÓN DE LA MAÑANA 21 DE FEBRERO

PARÁBOLAS DE JESÚS: EL BANQUETE DE BODAS. Reflexión cuarta

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 16-24: “Dijo el señor al siervo: -Sal a los caminos y veredas, y oblígalos a entrar hasta que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi banquete”.

¿Qué podemos seguir afirmando del Señor que continúa invitando al banquete por tercera vez?
©     La importancia que tiene para él el que todos participemos del mismo.
©     Que amplía la invitación a los de fuera.
©     Que los que no la han aceptado no pueden probar el banquete, como es lógico, porque no van a estar presentes.

Reflexión. El Señor, en este final de la parábola,  muestra tanto interés en que aceptemos el banquete-salvación que nos ofrece a través de su Hijo Jesús, que hasta parece se contradice, pues por un lado afirma que ninguno de los que lo rechazaron participará de él y por otro pide al servidor que vaya y obligue a que asistan y se llene su casa para que no quede ningún hueco vacío. Es como el grito de amor del Padre que quiere tener a todos sus hijos en su casa, disfrutando de todo lo suyo. ¿Caemos en la cuenta de este amor y de esta insistencia en que vayamos a su banquete? ¿Será porque nos perdemos el construir ese mundo nuevo que Jesús soñaba para todos ya aquí? ¿Se nos puede ocurrir pensar que la felicidad del Señor es sólo para la eternidad? Estaríamos muy equivocados y no habríamos entendido el testimonio de vida de Jesús que fue auténticamente feliz a pesar de sufrir envidias, rechazos, golpes y la crucifixión. (Breve silencio para reflexionar y compartir).


Oración. Señor, en esta parábola, tú casi pareces un pobre pidiéndonos una y otra y otra vez que asistamos a tu banquete. Como si  te fuera  la vida en ello más que a nosotros. Pero no es así, pues los que perdemos, en el caso de no oír ni aceptar, somos nosotros.  La diferencia está en que tú eres amor y amas y por eso nos buscas y nos  ofreces tu misma felicidad y nosotros nos miramos casi exclusivamente a nosotros mismos en vez de a ti y a los demás. Ayúdanos pues, a ser de los que deseamos vivir en la casa común de tu Reino donde todos somos más iguales y felices. Amén.