miércoles, 30 de octubre de 2013

ORACIÓN DE LA MAÑANA 30 DE OCTUBRE

EL TESORO ESCONDIDO. Cuarta reflexión-oración

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 44: “El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo”.


¿A QUIÉNES REPRESENTA EL CAMPO?
El “campo” es la vida, la Palabra de Dios, los sacramentos, la Iglesia, la oración, la entrega a los demás, el trabajo, la fiesta, el descanso...
Seguimos reflexionando sobre Jesús como el único tesoro que merece la pena buscar porque permanece para siempre. Hoy, nos acercamos  a buscarlo en otra parte del campo de la tierra donde él permaneció cuando vivió y que a veces resulta muy difícil poder encontrarlo:

1.      Estuvo en los conflictos humanos: cuando querían apedrear a una mujer o cuando denunciaba la exclusión de los pobres, los niños, los cobradores de impuestos…Cuando daba a conocer su Reino y no lo entendían o cuando finalmente lo juzgan y lo crucifican. Ahí estuvo y está Jesús, el tesoro escondido que no pasa, enseñando, perdonando y salvando. (Pausa para pensar si nosotros buscaríamos a Jesús en el perdón y en dar la vida por los demás y aclarar dudas).
2.      Estuvo cerca de todos en su resurrección y en su regreso al Padre. Ahí estuvo y está Jesús, el tesoro escondido que no pasa, preparándonos un lugar junto a él en su Reino para siempre. (Pausa para pensar si nosotros buscaríamos a Jesús en la fe en la vida eterna y aclarar posibles dudas).
Como estos son de los lugares del campo de este mundo más difíciles para buscar a Jesús, vamos a pensar en dos clases de personas que nos pueden servir de ejemplo y animarnos para buscarlo. Cuando llegó el momento de la traición, del rechazo, de la cruz,  de quitarle la vida, unos, los apóstoles, huyeron cobardemente, pues tenían miedo al sufrimiento, a la cruz, a la muerte; pero luego, se arrepintieron y volvieron a ser sus amigos y a creer que había resucitado pues lo sentían vivo, dándoles su fuerza y su valor a cada uno, es decir, su ESPÍRITU. Otra, la Virgen, estuvo siempre a su lado hasta el final creyendo en él. También algunas mujeres, aunque con miedo, lo siguieron hasta la muerte y se llenaron de gozo con su resurrección. Todos buscaron  y encontraron el gran Tesoro.
Oración: Señor, tenemos mucho miedo: a la enfermedad, al fracaso, al rechazo de los demás, a perder a seres queridos, a morir nosotros también, pero sabemos que en esto también estás tú escondido dándole valor y sentido. Te pedimos la ayuda y la fortaleza que le concediste a tus discípulos para saber encontrarte en momentos como estos de gran dificultad. Amén.