martes, 22 de octubre de 2013

ORACIÓN DE LA MAÑANA 22 DE OCTUBRE

EL JUEZ Y LA VIUDA. Segunda reflexión-oración

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del Evangelio según san Lucas 18, 1-8: “El juez se negó durante algún tiempo, pero después se dijo: -Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, es tanto lo que esta viuda me importuna e insiste, que le haré justicia para que deje de molestarme de una vez”.


¿QUÉ NOS SIGUE ENSEÑANDO JESÚS HOY SOBRE LA PARÁBOLA?
*        Que ante la insistencia de la mujer pidiendo justicia, el juez decide atenderla y hacérsela.
*        Que el motivo de este juez no fue practicar la justicia, sino el  propio interés: que esta mujer      dejase de importunarlo con su continua petición.
*        Que la viuda obtuvo lo que quería por su constancia, no porque el juez fuera justo.
*        Que igual de perseverantes debemos de ser en nuestra oración.

REFLEXIÓN. ¿A quién creéis que desea resaltar Jesús en esta parábola: ¿al juez, a la mujer, a los dos? (Breve pausa. Pueden expresar su opinión).  En principio, la mujer es la que tiene una gran necesidad y un gran problema, pues le ha salido un enemigo y no tiene esposo que la defienda; su situación es de inferioridad, de debilidad, de indefensión. Por tanto, ella es la que se ve obligada a buscar la solución, a pedir una y otra vez justicia y ayuda a la persona indicada, sea como ésta sea. Algo parecido nos pasa a todos los seres humanos, a cada uno de nosotros, pues, desde el principio de nuestra vida hasta el final, siempre tenemos alguna necesidad o debilidad o carencia de algo vital que ni nosotros ni  los nuestros o  los que tenemos a nuestro alrededor  nos son suficientes para resolverlos. Siempre hay un algo que nos supera. La persona indicada sería entonces la que está por encima de todo: Dios. Por eso Jesús nos recomienda que siempre, siempre acudamos a él desde pequeñitos hasta mayores. Pues siempre estaremos necesitados de entender qué es la vida, el bien o el mal, lo que acaba y lo que no tiene fin, el dolor y la alegría, la amistad o los problemas de convivencia y de ir conociéndonos a nosotros, a  los demás y al Señor. Para todo esto necesitamos siempre, además de la ayuda de las personas, la de Dios Padre. Vamos a pedírsela a continuación.

Oración. Señor, hoy estamos reflexionando sobre la constancia de una mujer buscando ayuda. Nosotros también sabemos que no nos bastamos a nosotros mismos, que tenemos nuestros interrogantes y nuestros huecos vacíos que deben ser llenados. Por eso, ante ti, queremos hacer un breve silencio para ver, primero, de qué tenemos más necesidad (Breve pausa); y segundo, rogarte que seas tú el que estés siempre a nuestro lado, como nuestro ser más querido, para que darnos lo que más bien vaya a hacernos en cada momento de nuestra vida. Te lo pedimos con sencillez, confianza y de todo corazón. Amén.